A MI FENECIDA E INMORTAL JUANA LEODA
!Oh, Dios mío; qué triste noticia acabo de recibir!
No sabía que habías partido hoy, mi amada prima Juana Leoda (Mamá Juana). En ocasiones la distancia física nos había separado por cierto tiempo; mas, mi lastimado corazón y mi alma acongojada por tu partida, con un raudal de lágrimas ardientes enjugadas en las pupilas, me confiesan que los seres angelicales como tú no mueren, sobreviven a la parca (son eternos), porque tu recuerdo imperecedero queda perpetuado en las entrañas mismas de nuestra existencia, donde nos dejaste como testamento auténtico el legado del paradigma de tu noble accionar cotidiano, la inconmensurable ternura de tu genuino amor filial e inmensurable cariño de niña adulta, que nos abrigó en su seno y nos acunó en sus brazos con la augusta solemnidad de las cosas sagradas.
Descansas en paz mi fenecida e inmortal Juana Leoda, con la conciencia inefable de que un día--- que puede estar cerca o lejano quizás---, nos encontraremos en el lugar paradisíado hacia donde has partido, con el monumento indeleble de tu dignidad a todas pruebas y el testamento de tu bienhechora existencia, diseminando amor genuino y cariño sincero sobre la faz de la tierra que nos sirve de soporte.
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Hato del Padre,
San Juan de la Maguana.
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