"Extravíos" (Versiprosas)
las rendijas desoladas de mi ventana triste;
un rayo de luz ilumina en mágico contraste
el corazón donde duerme mi lecho en soledad;
mi lecho lúgubre de caminante sin camino;
brújula infringida por las vicisitudes del destino.
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Mi alma hurga en la sonrisa tierna de tu grácil recuerdo,
donde yace en su letargo mi existencia de ave errante,
cuál góndola solitaria que nunca encuentra el nido;
mil sensaciones golpean solemnemente el pensamiento,
y se tornan agridulces las congojas y el sentimiento.
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Albergo la intensidad de tu cabal entrega a flor de piel,
los melódicos latidos de tu corazón de niña palpitando
sobre los surcos epigados de mi pecho consternado;
tu silueta de rosa tempranera perfumando mi existencia;
las misteriosas curvas de tu cuerpo angelical
bailando al compás de las vetustas cuerdas de mi música;
La majestuosidad de tu figura febril, ardiente y vigorosa,
recorriendo mil peldaños por las calles de mi sexo.
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Te confieso y me confieso que ha sido todo muy hermoso:
tu sabia candidez instilando sobre las aguas de mis besos;
La vetustez de mi existencia profanando en los jardines frondosos,
las exhuberantes flores de los jazmines deliciosos de tu cuerpo.
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Ahora tengo que partir, mi ninfa idolatrada;
es preciso que cielos nuevos sirvan de horizonte
al incesante aletear vertiginoso de tu alma tempranera;
que nuevos días esculpan las escenas epigrafiadas
en las páginas milenarias de nuestro calendario;
y que la vesánica distancia entre tus días y mis días,
sea tan sólo vestigio, extracto, nudo y desenlace,
de la hermosa historia de este amor intenso,
que tú y yo, sin pretenderlo eternizamos...

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