SON COSAS QUE PASAN

Con la sonrisa tierna y las miradas tímidas,
 Me izaron tus ojos bellos como la luz del día,
 Y en el remanso eterno de las horas vívidas,
 Añoré los dulces instantes en que fuiste mía.

Y comprendí entonces que aún me quieres,
 Que siendo ajena aún me anhelas todavía,
 y que sigues siendo entre todas las mujeres,
 La que caló más hondo  sobre el alma mía.

Sonrieron tus labios sensuales de fresa madura,
 al compás de gestos armónicos y ritmo sublime,
 Como si tu deliciosa sonrisa extirpara una duda,
Que naufraga en tu alma y que  aún nos redime.

Estrechaste mis manos con premura y picardía,
Con la pueril inocencia del candor y la sapiencia,
e instilaste en mis oídos con tu voz en sinfonía,
Las mieles de tu alma, el sabor de tu conciencia. 

No importa mi vida, son cosas que pasan aveces,
La esencia de un adiós que se esculpe sin quererlo;
Si en tu alma de flor tempranera ansías con creces,
En mi alma que es tuya otea y pernocta el desvelo.

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