EL OCASO DE UN GIGANTE EN EL UMBRAL DE LAS SOMBRAS
Félix María Benzán Herrera (Tío Felín) es un ente humano preñado de dignidad y sencillez en demasía. Abrigado a su eterna convicción en búsqueda de la utopía, dedicación y honestidad a todas pruebas, en numerosas ocasiones fue distinguido por el estado dominicano con importantes premios nacionales, dentro de los cuales se incluye el codiciado máximo galardón ¨El Duarte de Oro¨, llegando a ser reconocido y considerado por años memorables como uno de los hombres más prósperos e importantes de nuestra ubérrima región sureña y el mayor productor agrícola de todo el país, habiendo aportado parte de sus fructíferos predios agrícolas a los fines de la Reforma Agraria (mayúsculas nuestras), para beneficiar a campesinos necesitados de nuestra laboriosa y bella Tierra del Maguana, que inexhausta de orgullo y de esperanza le vio nacer, accionar y crecer.
Es oportuno señalar, sin esbozar el más minúsculo asomo de hipérbole ni de absurdo desatino, que la residencia y las fincas de tío Felín sirvieron de escenarios a muchos de los actos y consuetudinarios encuentros y visitas de destacados políticos y presidentes dominicanos, que abrigaron en su estirpe de hombre noble y abnegado, el arraigo de su apoyo económico y moral, en aras de cristalizar sus proyectos políticos.
Por considerarlo insoslayable, me inhibo en soslayar que sus hijos (los de tío Felín) crecieron y se educaron en un mundo matizado por la riqueza material y el genuino paradigma de la dignidad humana sustentado sobre la existencia misma de un prestigioso arraigo social y familiar.
Con el transcurrir de los años y las vicisitudes de la vida (como sucede a todo ser humano), las muecas del destino y los surcos del camino han zurrado con fuerza a mi amado tío Felín (un exitoso consumado empresario de la agropecuaria que sentaba a sus trabajadores a almorzar junto a él en el comedor principal de su lujosa residencia, a quienes juntos a sus familiares en épocas navideñas celebraba en forma consuetudinaria una grandiosa fiesta con exquisitas comidas y bebidas), esculpiendo sobre el haber de su nívea existencia de hombre íntegro y extraordinario, una lóbrega mescolanza de luces y de sombras, donde aparca la inocua gratitud que sólo habita en el corazón gigantesco de la pureza humana y pernocta con inclemencia y desatino la iniquidad que corroe y ensucia el alma de los ingratos que estampan sus retintos pasos sobre la faz de la tierra que nos sirve de soporte.
Yo te amo tío Felín, siempre te he amado; mas comprendo que la vida es un soplo brusco hacia la muerte, por lo que inefablemente tus ingratos cercanos y lejanos--- los de ayer y los de hoy--- al igual que tú, mi amada madre Nicolasa y yo, inefablemente han de morir.
Hoy; precisamente hoy querido tío Felín, estando mi sacrosanta madre interna en la ciudad de Santo Domingo, sacudida por las ínfulas de la parca inexorable que quizás se nos acerca repentinamente, he llorado por ella y por ti; por ella que sucumbe sobre la pesadumbre del lecho triste de su enfermedad, y por ti que eres golpeado por actitudes inicuas de malvados e ingratos, lejanos y cercanos.
Gracias a todos por sus solidarios comentarios sobre el incidente de que fue objeto mi apreciado tío Felín y a los que de una manera u otra hicieron llegar hasta mi lúgubre hábitat de ser mortal, imperfecto por demás, sus manifiestas expresiones de amistad y solidaridad.
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Juan C, Benzán
23/02/2017
Juan C, Benzán
23/02/2017
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